Laura Rodríguez Villanueva
Este dilema ha perseguido por muchos años el desarrollo de la psicología social, la cual ha surgido en un contexto donde inicialmente lo valido era lo observable, medible y cuantificable, y donde lo más importante era el individuo, el cual se concebía como aquel que recreaba e influía sobre la sociedad. Esto contribuyó a que solo para entender las problemáticas sociales se estudiará y aportarán posible teorías para explicar el comportamiento del hombre, inhibiendo así el mundo demandante que lo rodea, rige e influye en el desarrollo de este mismo.
Estas variables permitieron que diversas problemáticas presentes no tuviesen solución y se incrementaran, como en el caso latinoamericano en donde la psicología al centrarse en los conceptos y no en la realidad de la cual se podía abstraer conocimiento y explicar determinado fenómeno, no se observó cambio social y por tal razón este trabajo interventivo se re- direcciono dando relevancia a la sociedad, como un medio en el cual se recrea el individuo, pero a su vez se modifica, ya que este ente permea interacciones que favorecen a la construcción del conocimiento (tomado de Montero, 1994, citado por Burton, s. f.), como lo afirma Granada, (s.f.) “el conocimiento no se da ni se enseña sino que se construye en una interacción dialéctica, dinámica y con altibajos”. (p.25) y de esta manera se valida lo expresado por Martín-Baró, 1998(citado por Burton, s.f) “no sean los conceptos los que convoquen a la realidad, sino la realidad la que busque a los conceptos; que no sean las teorías que definan los problemas de nuestra situación sino que sean esos problemas los que reclamen y, por así decirlo, elijan su propia teorización. Se trata de cambiar nuestro tradicional idealismo metodológico en un realismo crítico” (p.10).
Ahora bien, para llevarse a cabo este trabajo en cual tanto la sociedad y el individuo son relevantes para explicar problemáticas sociales, ya que estos factores psicosociales se generan por la interacción entre estos dos entes, se requiere primeramente desideologizar la realidad, quitando capas de la que hacen individual y “naturalizan” fenómenos como el fatalismo en las sociedades latinoamericanas (Martín-Baró, 1987, citado por Burton, s.f)), en donde la liberación sea de manera colectiva y no individual; asimismo se emplee el término de concientización, el cual parafraseando a Freire (1972), consiste en la transformación del individuo cuando trabaja activamente por su cambio social, captando y modificando los medios que lo oprimen y deshumanizan para abrirse a nuevos horizontes y posibles soluciones, que permiten conocerse, saber de su identidad social, descubrir hasta dónde puede llegar y de esta manera construir bases para una determinación más autónoma de su futuro, y liberar su estructura social de la opresión mortal de las mayorías.
Todo esto con el fin de renunciar a los problemas internos que caracterizan a esta ciencia y centren su atención en las necesidades de las mayorías, las cuales impiden el progreso y desarrollo de la sociedad.
Lo anterior, indica que para estudiarse un contexto es necesario conocer sus miembros, historia, costumbres, ideales, etc., teniendo en cuenta asimismo las teorías que complementan este proceso, pero en un trabajo interventivo siempre debe primar la verdad praxica, en la cual el psicólogo actúa como un catalizador y desconocedor de la realidad, para permitir que el actor crezca, se desarrolle y se fortalezca, en otras parafraseando a Blanco (2007), para estudiar los fenómenos sociales se requiere intervenir y no aplicar la psicología, es decir captar la esencia del contexto para junto con este se obtenga el cambio social. Esto a la luz del caso del municipio del puerto de Santander que actualmente presenta problemáticas de carencias económicas, analfabetismo y desnutrición , se trabajaría, primeramente conociendo a la comunidad en cuento a los ideales o representaciones sociales, comportamientos y sentimientos que presentan, que en este caso y específicamente a nivel educativo, no reconocen la importancia de este ámbito, lo cual ha generado que su capacidad para identificar y reconocer sus problemáticas, recursos, etc. este en decayendo, ya que como diría Freire (1972) “la deshumanización no se verifica solo con los que fueron despojados de su humanidad, sino también con aquellos que se despojan a si mismo de ser más” (p.25), es decir, en ocasiones la opresión y la negación a la libertad se la impone el mismo ser humano al limitar sus capacidades y habilidades para enfrentarse a las problemáticas que lo rodean, pues aunque las identifiquen, su cuerpo se inmoviliza a trabajar en ellas, por ende como trabajo este autor en su texto pedagogía para los oprimidos, lo que se busca es instruir al actor en cómo potencializar su capacidad para ponerla en juego en la sociedad; entrenando a la comunidad a emprender e inhibir los ideales de que el pobre seguirá siendo pobre, trabajando desde acciones que erradiquen la opresión y favorezcan a su desarrollo humano.
Por último esto demuestra que las experiencias aunque sean iguales, se vivencian de forma distinta por cada individuo o comunidad, lo cual indica que es importante trabajar las problemáticas sociales de manera particular y no genérica, porque se puede caer en el error de experto y no de facilitador.
Bibliografía:
Baró, I. (2006). Hacia una psicología de la liberación: Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). Revista electrónica de intervención psicosocial y psicología social, Vol.1, N° 2, Agosto (2006), pp. 7-14
Blanco, A; Valera, S. (2007). Intervención Psicosocial. Prentice Hall: Madrid.
Granada, H. (s.f.). Intervenciones de la psicología social comunitaria: El caso Colombia. Colombia: Universidad del Valle, pp. 235-275.
Burton, M. (s.f). La psicología de la liberación: Aprendiendo de América Latina: Manchester Metropolitan University, y The University of Northumbria at Newcastle
Freire, P (1972). Pedagogía del Oprimido. XXI Argentina Editores: Buenos Aires
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