viernes, 4 de noviembre de 2011

Si la valoración de la violencia depende de la cultura, ¿cómo es el rol de un psicólogo social cuando interpreta una realidad fuera de su cultura?


Laura Rodríguez Villanueva

Teniendo en cuenta y parafraseando lo expresado por De castro y García (2008), a la hora de explicar las conductas del ser humano, es preciso enfatizar la importancia que los autores resaltan en la interacción individuo- entorno, en donde uno a pesar de estar constituido por los diversos determinantes que lo rigen, construye, recrea y modifica el mundo, dando a comprender que las problemáticas sociales se generan desde y con el individuo en relación al medio que lo rodea, pues muchas de sus actitudes están guiadas por intenciones que guían su voluntad y las valoraciones que otorga a las distintas situaciones que se presenten, sin dejar de lado el pasado, presente y futuro que quieren afirmar, ya que este no se limita a un aquí y ahora sino transciende más allá del mundo concreto.

Todo esto se hace necesario conocerlo, para comprender un fenómeno que se ha convertido en el pan diario de nuestra sociedad, la violencia según la cual La Organización Mundial de la Salud (2002), es el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (p.5), como afirma la Real Academia de la Lengua Española –RAE (2001), citado por Malvaceda (2008), mientras que Bronfrenbrenner (1987), citado por Malvaceda (2008), expone que “la violencia es el resultado de la acción reciproca de los factores individuales, relacionales, comunitarios, sociales y temporales” (p.19), lo cual da entender que la violencia es un fenómeno que irrumpe un estado natural al vincular una gama de factores individuales, sociales, relaciones, etc., que inciden en el acto agredir contra uno mismo o el otro; ahora bien el término agresión no debe confundirse con violencia porque como muy bien expone Malvaceda (2008) “la agresión es una expresión de la violencia, en donde se atenta contra otra persona y posee carácter intencional, mientras que violencia presenta un carácter general que implica sacar algo de su natural estado” (p.6), indicando que la agresión es una extensión de violencia.

Este fenómeno se desarrolla según las condiciones que presente el contexto de un individuo, perjudicando su desarrollo dentro de este mismo, y en cuanto ello hare referencia a dos posibles contextos que parafraseando a Malvacedas (2008) son factores de riesgos para que se propicie esta problemática, entre estos un contexto mediato, en donde las condiciones sociales, culturales e históricas influyen en la ejecución de este acto, y un contexto inmediato en el cual una situación concreta puede llevar a la utilización de la violencia, como: factores ambientales, consumo de sustancias psicoactivas, exposición a eventos estresantes de manera frecuente, entre otros, lo cual afirma las razones que aporta La Organización Mundial de la Salud (2002), acerca de porque se manifiesta la violencia, a la luz de un modelo ecológico, y parafraseando esto se expone lo siguiente; para explicar la violencia se tienen que tener en cuenta varios niveles, el primero el individual que se relaciona con los factores biológicas e historia de vida, los cuales dentro de este contexto si se posee antecedentes delictivos, agresivos, sufrir maltrato, trastornos de personalidad o psíquicos hay tendencia de ser víctima o generador de violencia; en un segundo nivel se encuentra el relacional que hace referencia a las relaciones de parentesco o afiliación, en donde la presión de grupo en estos casos incide en la aparición de los actos agresivos; el tercer nivel comunitario lugar en donde se permean las relaciones conforme a la dinámica de grupo y cultura o normas que lo rigen e inclusive formas de percibir el entorno según las condiciones que posean en el instante promueve a la generación de agresión según sea el caso y por último el social relacionado con la estructura de la sociedad que contribuyen a la activación o inhibición de la violencia, ya que prima en cierta medida sobre los demás ámbitos.

Todo lo anterior es necesario tenerlo en cuenta para conocer la dinámica global de este fenómeno y para posteriormente analizarlo dentro de un contexto determinado y así interpretarlo, comprenderlo y modificarlo, lo cual contribuye a dar una explicación posible al interrogante que titula a este ensayo, para iniciar es importante resaltar que la violencia puede tener distintos medios de expresarse, de trasmitirse, etc., pero nunca se pude comprender sin reconocer su carácter histórico, el cual se desarrolla conforme a la cultura y tiempo que constituya a cada contexto (tomado de Malvaceda, (2008)), implicando según Malvaceda, (2008) que “el estudio de la violencia no podría entenderse con solo analizar el hecho o acto concreto, sino, también son importantes sus antecedentes, predisponentes, así como sus efectos a corto y largo plazo” (p.9), en otras palabras la violencia no es más que la valoración que hace el individuo de una situación determinada teniendo en cuenta su pasado, presente y futuro, y por lo tanto afirmando el aporte de Miquel Doménech y Lupicionio Iñiquez (2002), citados por Malvaceda (2008) sobre el rol que debe jugar un psicólogo social conozca o no el contexto y problemática presente, “[este no debe enfatizarse] en estudiar las causas de la agresividad o la violencia , como si se trataras de pautas de comportamiento estable y universal, sino que, más bien, vuelque su interés en comprender los procesos por los que las sociedades se dotan de esos recursos interpretativos a los que hemos aludido y cuáles son las consecuencias que derivan de ello. Es decir, antes que preocuparse por delimitar las características de la acción agresiva o violenta se interese por las explicaciones que los miembros de una comunidad utilizan para definirla, esto es, se interese por los discursos en torno a la agresión y a la violencia, incluidos los que emanan de la ciencia como institución social” (p.9), lo que testifica Prillestensky y Nelson, 2002; Stoecker, 1999, citados por García, Balcázar y Suarez, 2003, en donde un “psicólogo social que se halla inmerso en una comunidad tiene que identificar en medio de la diversidad el común que comparten todos los individuos pertenecientes a esta misma, pues esta es una red social compuesta por una historia, experiencias de vida, tiempo, lugar y espacio, pero sobre todo unida por mismo objetivo encaminado a la generación de bienestar en la comunidad” y esta manera al analizar su mundo, dinámica y las redes sociales que operan en ella da paso según Quiroz (1993), citados por Madariaga y Sierra (2000) “ [a que las redes sociales] desempeñen una función de protección contra la agresión , pues proporciona un refuerzo de solidaridad social, mutuo respeto y afecto personal [lo cual indica] que las redes surgen como una posibilidad para propiciar el desarrollo del ser humano y, por consiguiente, el desarrollo social” (p.20). y por lo tanto se cumpla que la psicología social comunitaria es aquella que se encarga de estudiar la psiquis de una población planteando y ejecutando acciones preventivas y de cambio social, teniendo en cuenta el estudio de factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener de forma continua el control de la comunidad sobre estos mismos con el fin de identificar y generar recursos para un cambio social y brindar bienestar, el cual se alcanza según la percepción afable que tenga el individuo acerca de su vida y entorno. (Tomado de Morea, 1997 y Montero, 1948)

Toda esta realidad teoterica se contextualiza en la comunidad de Pedraza, un pueblo de pescadores y campesinos del Magdalena, que vive en un abandono y pobreza que parecen más allá de cualquier posibilidad de recuperación, y donde estas condiciones de vida ha contribuido a la aparición del fenómeno violencia con sus diversas manifestaciones creando así una comunidad con escasas oportunidades de desarrollo y desde la cual un psicólogo podría trabajar conociendo el lenguaje, actitudes, percepción interpersonal, factores bilógicos, sociales, económicos, personales, que rigen a este población, pues utilizando las palabras de Freire (1972) para explicar este hecho, no es el estado que contribuye de manera global en su desventura, en cierta medida estos han contribuido que a través de la violencia política sean oprimidos, pues al no reconocerse como agentes de cambio de su situación, si no como agentes pasivos dependientes de otro, difícilmente cambiaran su entorno, lo cual en primera instancia el rol de un psicólogo social antes de hacer pedagogía, es necesario conocer su historia, contexto, actitudes y lo que pretenden con su comportamiento alcanzar en el futuro.

Bibliografía:

García, M., Balcázar, F., Suárez, Y. (2003). Introducción al monográfico Investigación-acción participativa en psicología comunitaria: una herramienta para entender la diversidad humana. Apuntes de psicología, 21 [3], 409-417.

De Castro. A y García. G (2008). Psicología Clínica: fundamentos existenciales. Barranquilla: Ediciones Uninorte
Madariaga. C y Sierra. O (2000) Redes sociales y pobreza. Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. 5. 127-156.

Malvaceda, E. (2008). Violencia Política: un enfoque histórica social. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Morea. L (1997). Psicología Comunitaria. Sinexi S.A.

Organización Mundial de la Salud (OMS). (2002). Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud: Resumen. Washington: World Report on Violence and Health: Summary

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